Nacida a orillas del río Danubio, la capital de Hungría fue hasta el siglo XIX dos ciudades distintas: Buda y Pest.
Lo esencial de Budapest es la mezcla de la herencia del siglo XIX, que tras la unión de Buda y Pest, y la independencia otomana, trajo consigo una gran transformación urbanística que la convirtió en una metrópolis comparable con París. Buena muestra del paralelismo entre la ciudad francesa y la húngara es la Estación Nyugati, una gran obra de hierro y cristal de la empresa Eiffel, y la gran avenida Andrássy út, principal arteria de la ciudad.
Las principales visitas comienzan en el imponente Palacio Real, situado en la colina de Buda. Este gran edificio, uno de lo más bellos del mundo, alberga la Galería Nacional Húngara, la Biblioteca Nacional, el Museo de Arte Contemporáneo y el Museo de Historia. Quedarás maravillado con la elegancia del Puente de Las Cadenas, construido entre 1842 y 1849, fue el primer puente de Budapest que unió ambas orillas del río. Por él se extiende el malecón llamado Corso, gran centro de atracción social de la urbe.
También destaca el Parlamento (Országház) cuya cúpula se representa en la corona de Hungría. Tanto su exterior como su interior merecen una visita.
Pero si visitas esta ciudad a las orillas del Danubio, no puedes perderte el extraordinariamente lujoso edificio de la Ópera, la sala de conciertos más importante de la ciudad construida entre 1875 y 1884 por el arquitecto Miklós Ybl, quien dotó al edificio con los más modernos medios escenográficos de la época. Y para los amantes de la música, la Academia de Música Franz Liszt, otra gran sala musical de Budapest, cuyo interior está considerado una obra maestra del estilo art nouveau.
El mejor mirador sobre Budapest es el Bastión de los Pescadores, en la colina del castillo de Buda, desde el que se contemplan el barrio de Pest y el Danubio, con sus monumentales puentes. Junto a él se encuentra la bella y ornamentada Iglesia de Matías, otra de las magníficas joyas de la ciudad. Para contemplar Buda hay que dirigirse a la citada vía del Corso, en Pest, entre el puente de Isabel y el de Las Cadenas.
Además, en el amplio Parque Városliget encontrarás la plaza de los Héroes, varios museos y el castillo de Vajdahunyad.
Si te gusta cumplir con las tradiciones allá donde vayas, no dudes en acudir a uno de los más de 40 baños termales repartidos por Budapest, vestigio histórico de la época otomana. Los más emblemáticos son los baños Gellért, ubicados en unas termas del siglo XIII, rehabilitadas en estilo secesión.
Además, al igual que en otras capitales imperiales centroeuropeas, en la capital húngara quedan cafés clásicos que vivieron su época dorada como foro de tertulias artísticas e intelectuales desde finales del siglo XIX a principios del XX. Entre los más conocidos están el Café New York Káhéház Éterem (fundado en 1917), el Ruszwurm (el más antiguo de 1827, famoso por sus galletas rigó jancsi), y el Café Gerbeaud, de 1858 (donde sigue elaborándose repostería de tradición imperial).
Por otra parte, en Budapest se pueden visitar hasta 225 colecciones de arte. Destacan el Museo Nacional, dedicado a la historia de Hungría desde el siglo XII, y la Galería Nacional Húngara, ubicada en el palacio Real de Buda. Se han inaugurado recientemente además dos nuevos espacios artísticos: el Meo –novedoso centro de arte contemporáneo–, y el Palacio de las Artes –que agrupa un centro de ocio, varios museos como el del Teatro y la sala de conciertos Nacional, famosa en Centroeuropa por su acústica y su gran aforo.
Para moverse por la ciudad, la red de metro, trolebuses, tranvías, autobuses urbanos y la línea de minibús comunican todos los puntos de la ciudad. Puedes escoger también el histórico funicular Budavári Sikló que, desde el barrio de Pest, asciende la colina de Buda hasta el castillo.
Fuentes: National Geographic Viajes, www.diariodelviajerocom, www.memarchoabudapest.com www.crucerosfluviales.es
Por Elena Arcones.